miércoles, 5 de octubre de 2011

David Meza


David Meza




20:52

Algunas veces muero, porque callar es morir devorado por el mundo.

20:53

Algunas veces callo. Y el silencio crea uni-versos pequeñitos en donde no existe la palabra.

20:57

De esa nada parto. El camino me lleva al viento.

20:58

El viento es un estribillo que se repite y me repite en las arenas de la vida.
El viento es un sólido suspiro que se mece bajo la mirada inamovible de los días.
El viento es el lamento de un pueblo gobernado por un pene castigador e impotente.
El viento no es el viento del que te hablo.

21:00 horas

Dos minutos se han marchado indiferentes.

21:02

Miro el reflejo de mi desnudo incorpóreo caer vacilante en la dermis del agua y digo:

el tiempo solo existe cuando yo lo pienso. Nunca antes o después de ello. El tiempo sólo existe cuando yo tú él nosotros ustedes y ellos lo pensamos. Antes  no ha existido. Después nunca existirá. El tiempo solo existe al igual que solo existen los puntos, las comas, las hojas, los hombres, los hombres que viven en las hojas, los signos, los ojos, la mente (la mente honda, total y vaga), la rima, los muros, los altos murales sobre los muros, la gente, la terrible gente, la hora infinita que siempre termina, la sirvienta desnuda cuya vagina es el sol, la tierra que muere en manos de unos cuantos que se llaman todos, la policía, el obrero, la policía que también es un obrero, la obscena silueta de México, la obscena silueta de Cíkera (el Ángel), la lista en que te ves escrito, la duda, el deseo, el deseo y la duda de ser escritor y escribir cada día de tu vida un poema hasta que mueras y nazcas en la tinta de tus versos, los besos, los celos, los cielos, los cielos de besos helados, los cielos de besos celados, los niños, los trenes, los pies, los niños que borran tus pies sobre los trenes y luego te imploran una moneda, los hombres que con argumento les dicen que no, los que sin ello les dicen lo mismo, los países, las banderas, el humo que desciende pero asciende de tus labios como culebra híbrida que nace crece y muere en el espacio de mis ojos, las sombras que se unen en un solo árbol, el árbol que se extiende por toda la tierra, la tierra que es semilla del negro universo, los espirales de mi hambre en tus desvelos, la gota que se hunde en mi sólida frente, los niños que me salen por los ojos,  el pétalo que se tiende sobre las sábanas de la tierra, la cadena de ADN en mi garganta, los hombres que no son máquinas pero miran su reloj y dicen: SON LAS ONCE HORAS CON TRECE MINUTOS, la oscura algarabía de diciembre, la idea recostada en el silencio, la serpiente de arena, el vientre líquido, la reina de mi alba envejecida, la blanca princesa de la muerte, el arco magenta de la luz, la insignia necesaria que nos miente, el cántaro dulce y de sirena, el manto turquesa de lo eterno y los tres puntos suspensivos de la vida…

21:36

Sólo me queda escuchar la palabra muerta en los bordes de tus labios.

21:45

Sólo me queda la tinta fluyendo desde mi corazón hasta la herida de esta pluma.

21:50

Sólo me quedan hilillos de lava como guía hacía los escombros vegetales de la mente, surgiendo por los dedos rotos de mis versos.

Sólo me queda la conciencia fracturada de las calles lamentándose en las auras de mis ojos.

Sólo me queda el curso detenido de estos trenes marcándome la boca con el ardiente pulso de su riel.

Sólo me queda caminar y buscar en el horizonte una mariposa de mercurio verde que me devuelva la mirada  y me destroce la bandera de los hombres.

Sólo me queda la certeza que me da el silencio y el abandono al estar en medio de una multitud con tapabocas y tapaideas.

Sólo me queda la muerte de mi amigo entre los gritos de un vendedor ambulante.

Sólo me queda la sonrisa falsa de una mujer desnuda que desde el periódico nos mira en la miseria.

Sólo me queda la luz de unas horas aprisionada en una lámpara sin cara sobre el techo.

Sólo me queda la negación del tiempo y su hermosa brevedad ya terminó.


21:03  21:04  21:01  21:09  21:25  21:39  21:04  El tiempo no existe. Y si existe nada quiero saber de él.



David Meza (Ciudad de México, 1990) Escribe un libro llamado El sueño de Visnu. Cree en la poesía con todos sus huesos, con todos sus músculos. Le gusta la magia, la relectura y ACDC. Perteneció a la Red de los poetas salvajes.