lunes, 26 de septiembre de 2011

Elías Marín Govea


Elías Marín Govea


Tienes razón

No hay poesía
pero algunos días lluviosos
frente a los mudos semáforos en verde
a la calle le arrojan
cubetazos de sol, verano y sangre.

No hay poesía
pero tenemos a esta soledad de compañera
fotografiada con nosotros en todos los retratos
cuidándonos en vela y el espanto
de saberse tan sola a nuestro lado.

No hay poesía
pero tenemos corazones rotos, derrotados
cosidos con las lágrimas de doscientas melodías
cantadas en coro con las sombras
para después arrojar por la ventana, un nombre
en un grito que explote en el cielo
como un pájaro herido

No hay poesía
pero tenemos toldos y azoteas
vagones del metro
callejones solitarios y cajuelas,
asientos traseros
y hoteles de paso.

No hay poesía
pero la luna se emborracha en una barra
y a la mitad de su derrota
con el alma envuelta
en dos girones de plata
aún se juega a conquistar al sol
con algunos tequilas y baraja.

No hay poesía
pero en el mar
los caballitos trotan
y se sientan a comer con las estrellas
en bancos de coral.

No hay poesía,
pero hay parques,
con faros amarillos
que orientan a los amantes que navegan en bancas

en busca de sus besos
perdidos en aguas
más negras que la noche.

No hay poesía
Pero hay tardes de café
y ojos metidos en palabras
y estrellas que se nos caen como manzanas
heridas de amor por desamor del cielo.

No hay poesía
pero hay poetas
con capas de poetas
sombreros de poetas
y coronas de poetas
con premios literarios
y amantes infieles
y cuartos solitarios
y miles de lecturas
y páginas escritas
y seguidores de aura
y enemigos de letras
y un desdén volcánico
a toda la poesía.

Ay, muerte, ¡que se muere!
Dime rápido ya
que se me muere
Dime….
¿Ahí está la poesía?