Miguel Ángel Salgado |
Erosiones
Estaba frente a mí, sola, desnuda...
Eres Paisaje de líneas,
toco y me pierdo en ti,
con la punta de mi bolígrafo
inundo tu cuerpo con tinta.
Acaricio la piel y me hundo
en las profundidades de los pliegues.
Deseo poseer tu luz, penetrar tus sombras.
Mi vista se ha apropiado de ti:
reclamo el color que te baña,
los contrastes que te dan la forma,
la materia que te da el ser.
En tu desnudez descubro el amor
que un día diste a otros,
ahora marchita por el olvido:
los hombres se fueron.
Tus contornos son acariciados
por mis manos y la punta que se desliza,
los elementos te han corroído
dejando el alma al descubierto,
el viento no deja más que un suave lamento
al rozar con las piedras, la piel es polvo.
Ya nada nace de ti,
sólo las lagartijas permanecen fieles
aferrándose con las garras,
destrozando tu silueta: es su destino.
Tu seno desnudo acepta a los descarnados,
ellos estarán contigo hasta
que el sol rojo no acaricie tu faz.
No más palabras, ecos:
tiempos pasados que nadie recuerda,
esperanza emigrada.
Tierra seca,
ahora perteneces a mis ojos
que recogen cada detalle,
admiran tu belleza humilde,
te desean con avaricia,
de la misma forma en que nos acogerás,
con una sonrisa blanca,
cuando seamos sin cuerpo
penetrando tus entrañas.
Tierra sola, desnuda...