martes, 20 de septiembre de 2011

Sandra Lorenzano


Sandra Lorenzano


1.
Entre la arena y las rocas asoma apenas un silencio pobre. Ceremonia malva en los ojos de la tierra. Quiebre en los susurros.
Que toda la carne es hierba.
Aun contra el viento hipnotizado. Aun en el reflejo de un cauce vacío. Porque cenizas fue la sombra de tu aliento.
2.
Pero eran esquirlas del viento contra la piel. Vestigios de otros aires. De historias contadas con palabras tibias. De cuerpos con huellas amorosas y fotos grabadas en la palma de la mano.
Pero la hierba se seca. 
Y queda un tartamudeo apenas insinuado en el lugar del nombre. Una marca quizás de otros naufragios. De lenguas con sal empapadas.
3.
Se seca la hierba y queda la palabra aún prendida al aire. Enjambre de sonidos en busca de las alas quemadas por el polvo.
4.
Como el hálito de los peces, verde, espeso, a la espera de una luz que quiebre la oscuridad del océano. Se cruzan las palabras, las frases: inmensa red que danza en el caracol de tu oído con la violencia de la noche. Murmullo de la sangre.