jueves, 22 de septiembre de 2011

Tania Espinosa De la Garza


Tania Espinosa De la Garza


De las preguntas y de ti
 
Las palabras, querido, nos hacen falta
[bastante falta;
el beso y los apretones de mano,
el estar hombro a hombro o frente a frente
llevando la vida como si fuera una casualidad.
 
Así estamos siempre:
esperando una mano y las gotas que nos purifiquen
y las migas necesarias para saciar el tiempo.
 
La palabra muerte, querido, fosforece en la noche
[como un augurio que trae lluvia
¿el sabor mineral de los insomnios
oprime tu paladar contra la lengua
y hace un vacío en tu boca?
 
No hay orillas:
el hombre busca siempre llegar al otro lado
y al final se da cuenta de que nunca se ha movido.
   
Si sientes que todos los días algo de ti se rompe…
   
No me preguntes por qué las estatuas de sal
hacen llorar los labios y los cuerpos se desmiembran gota a gota
[sin que uno quiera,
ni tampoco si es feliz la gente allá, afuera de tu cuerpo;
o si son sombríos los valles y las conchas azules;
si sueñan los niños con hormigas y palabras
que nunca han dicho porque probablemente no existen
[-ni los niños ni las palabras-;
si son muchos los que viven entre las hendiduras
de una inmensa muralla,
[ermitaños,
sin ser el polvillo fino que vuela tras el soplido breve,
breve aire que los envuelve y se los lleva,
al polvo y a la gente y al tiempo,
tiempo y tú y yo,
el yo tuyo,
tuyo tu cuerpo y tu cabello.
   
No me preguntes si somos islotes en busca de orilla
y si esa orilla es firme como las murallas que queremos evitar.
 
Y cuestionas al amor, respondes al hastío.
Si tú quisieras, puede haber una presencia, apenas vibración leve,
[una hoja.
   
Porque quizás, querido, se necesita volver a andar por las cosas
con la felicidad en los pañuelos,
reencontrarnos en el tabaco, café o el vino,
espantarnos unos a otros las moscas de los hábitos,
que ahora se nos pegan en las manos,
en la cartera y las libretas
y nos vencen
[y no hacemos nada,
hemos dejado de espantarlas
o de espantarles las moscas a los demás.
   
Pero tal vez sólo haga falta una presencia,
apenas vibración leve,
[una hoja,
un cuerpo tibio para alumbrar la noche…,
tu noche.