Desayuno un cigarro,
cada vello de mis axilas y piernas
crecen ramificándose
hasta cubrirme
en una lanosa oscuridad.
Los pies de mis ojos patean,
me transformo en ampolla,
de mi rostro se cuelgan
noches de guerra
que reiteran la muerte de los sentidos.
Traje depresión a casa,
el gato enmudece,
se acumula polvo en mi médula
y los fermentos de la despedida
provocan asco.
El caño intenta aconsejarme
cómo agradarle al amor,
me insulta a lo oscuro de aquella rola
“se me va ya zurciendo este dolor”
Miro por la ventana en silencio,
no pienso, ni recuerdo,
hay que hacerse a la idea…
Estoy deshabitada.
(Fragmento de la canción Tatuaje. Jaime López)