Mayra Micaela Pérez Castellanos |
NOCHIXTLÁN, OAXACA
“Ya
me voy de Nochixtlán”,
dijo
un día mi tía Francisca,
“pero llevo conmigo
el sabor del mole negro,
la espuma del chocolate,
la brisa de los fresnos,
los consejos de mis padres.
De pequeña corrí por sus calles,
por el Barrio de las Flores, la Peña,
San Antonio y San Isidro
donde conviví con mi gente.
Un día volveré para disfrutar la sombra
del pino y el ocote.
Comeré cecina.
Remojaré mi pan de yema
en mi suculento atole blanco.
Disfrutaré de una tlayuda
llena de fresco quesillo
con su trozo de tasajo.
Me compraré una empanada
de amarillo con la señora Martina,
e iré a la iglesia de la Virgen de la
Asunción.
Volveré a andar por los caminos
que recorrí de niña
para ver pasar el sol
que ilumina azucenas,
campanitas, gallitos, rosas
y la preciosa flor de tabaquillo,
flores que crecen en la tierra
que me vio nacer.”